Diabetes. Sanación a través de la alimentación
La enfermedad de la diabetes consiste en un conjunto de desórdenes metabólicos que generan que el cuerpo no produzca suficiente insulina. La diabetes tiene dos formas: diabetes tipo 1, llamada insulinodependiente, es una enfermedad autoinmune (las propias células inmunitarias atacan el organismo), es la mas grave de las dos. La diabetes tipo 2, no insulinodependiente de inicio a edad adulta, con frecuencia en casos de obesidad o de hábitos inadecuados.
La insulina es una hormona producida por el páncreas, que contribuye a regular los niveles de glucosa en sangre. Esta hormona es vital para el transporte y almacenamiento de la glucosa en las células, ayuda a utilizar la glucosa como fuente de energía para el organismo. La insulina actúa como una llave para permitir que la glucosa acceda a las células. Si la glucosa no puede entrar en las células, se acumula en la sangre.[i]
En este proceso metabólico es vital conocer la actividad del páncreas, ya que es un órgano que se ve afectado por los desórdenes alimentarios, específicamente, en el metabolismo de los carbohidratos.
El páncreas es una glándula del tamaño de una mano, metida entre una curva en la parte superior de los intestinos (el duodeno) y el estómago. El estómago descompone la comida voluminosa que come y comienza el proceso de reducción de las moléculas de nutrientes grandes con ácidos gástricos. Los intestinos llevan a cabo la tarea de absorber los nutrientes en el torrente sanguíneo.
El páncreas, con sus conductos que conducen a la parte superior del intestino delgado, desempeña un papel crucial en la digestión secretando enzimas que separan grandes moléculas de nutrientes, formando moléculas más pequeñas que pueden ser absorbidas en el torrente sanguíneo a través de las paredes de los intestinos.
Una forma de colaborar con su buen funcionamiento comienza con la buena masticación, tomar el tiempo de alimentarnos con consciencia y tiempo, dedicando un espacio a saborear las diferentes texturas, salivando y posteriormente descomponiendo los alimentos para que lleguen en menor volumen al estómago. Le estaremos ahorrando energía al páncreas y a nuestro estómago.
En cuanto a la alimentación, se reemplaza todas las fuentes de azúcar procesado o industrial por las naturales, frutas bajas en índice glucémico. El consumo de verduras permite que haya una ingesta considerable de fibra lo que se traduce en un probable descenso de las necesidades de insulina. Es aconsejable platos variados con colores, verduras de hojas verdes, frutos secos, variedad de champiñones y sobre todo calidad en las elecciones. Si es posible vegetales ecológicos o de cultivos con buenas prácticas de producción para aprovechar su contenido de nutrientes.
Es importante tener una dieta variada de comida real, proteínas como el pollo, pescado, leguminosas, cereales integrales, alimentos fermentados, yogurt natural, grasas como la del aguacate y aceite de oliva. Sobre todo, estar atentos a las cantidades que sean porciones moderadas. Además de esto una excelente hidratación y movimiento. La respiración consciente por medio de caminatas cotidianas nos permitirá mejorar la digestión de los alimentos.
[i] Antúnez Uribe, Patricia Guadalupe. Organización Mundial de la salud, México, 2018.
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