
A la hora de entrenar, uno de los factores a considerar es el material del que dispones o te apetece utilizar. El abanico de ejercicios que te pueden ayudar a conseguir tus objetivos es casi ilimitado, y el considerar entrenar sólo con tu propio cuerpo o con algún material específico, puede depender de muchos factores. En este post, vamos a intentar ayudarte a elegir adecuadamente entre diferentes materiales, en función de tu nivel y objetivos de entrenamiento.
1. LO MÁS SENCILLO: UTILIZA TU PROPIO CUERPO
Entrenar con tu peso corporal, o en inglés, Bodyweight Training, es la forma más sencilla y barata de comenzar un programa de entrenamiento. El utilizar sólo tu masa corporal para entrenar te permitirá, además de evidentemente, incrementar tu fuerza, resistencia y movilidad, aprender a manejar mejor tu propio cuerpo, desarrollar tu esquema corporal, tu equilibrio y aprender a realizar de forma fluida movimientos fundamentales, que te ayudarán a afrontar mejor las situaciones de tu vida diaria: levantarse de una silla, del suelo, subir escaleras, evitar caídas…. Este tipo de entrenamiento tiene también la ventaja de que normalmente incluye también ejercicios de desplazamiento, sprints y saltos variados, por lo que es una manera muy sencilla y completa de entrenar todo tipo de patrones de movimiento y desplazamiento. Es un entrenamiento que mejora tus movimientos más naturales.
Una modalidad interesante del entrenamiento con el peso corporal, es la Calistenia, que se vale de barras dispuestas de diferentes formas, para incluir ejercicios en suspensión y en apoyo en tu rutina de entrenamiento. La Calistenia es una variante del entrenamiento con tu propio peso, que, además de estar muy en boga los últimos años, te permite entrenar con mucha intensidad, sin necesidad de utilizar ningún tipo de material externo. No obstante, se precisa de cierto nivel de fuerza y cierta experiencia para poder comenzar un programa de Calistenia y disfrutar de sus beneficios.
Dicho esto, el entrenamiento con tu propio peso corporal, para los niveles más básicos, tiene un inconveniente, y es que, si no dispones de ningún tipo de material, es muy difícil entrenar adecuadamente algunos músculos importantes como el trapecio, el dorsal ancho, el deltoides, el braquial anterior o el bíceps braquial. Es complicado, sin material, entrenar la musculatura flexora, sobre todo del tren superior. Por esto, un entrenamiento de iniciación basado exclusivamente en la movilización de tu propio peso corporal, puede no estar compensado adecuadamente.
Así, es muy recomendable, en los primeros niveles de entrenamiento, completar tu programa de entrenamiento Bodyweight con algún tipo de material de entrenamiento portátil, fácil de utilizar y transportar.
Hablemos de ello.
2. MATERIAL PORTATIL LIGERO
Este tipo de material, es un complemento perfecto para tus entrenamientos Bodyweight. Destacan aquí 3 tipos de materiales.
Las bandas elásticas permiten entrenar cualquier tipo de movimiento y cualquier grupo muscular. Proveen de una resistencia no muy alta, y son perfectas para iniciación. Permiten entrenar las partes del cuerpo más complicadas de hacerlo sólo con tu propio peso, como tu espalda o bíceps braquial, constituyendo un perfecto complemento para el entrenamiento Bodyweight en iniciación. Con las bandas elásticas podrás hacer ejercicios que impliquen a grandes grupos musculares, pero también podrás ejercitar zonas muy localizadas e importantes para tu salud músculo – esquelética, como el glúteo medio o los rotadores de hombro y codo, por lo que son un muy interesante complemento para tu entrenamiento.
Como inconveniente, la magnitud de la resistencia que ofrecen no es muy grande, así que, según avances en tu entrenamiento, necesitarás algún material más exigente para poder seguir progresando.
Si no dispones de bandas elásticas, y acabas de empezar a entrenar, siempre puedes utilizar cualquier elemento de poco peso que puedas tener a tu alcance en casa, como botellas de agua, bricks de leche o similares. Al igual que las bandas, son una muy buena primera opción para complementar tu entrenamiento Bodyweight en sus primeras fases. Pero después de haber alcanzado cierto nivel, necesitarás de algo más para seguir avanzando.
Opción muy interesante. El Entrenamiento en Suspensión, heredado de los US NAVY, es muy fácil de utilizar en casa y también de transportar. No es, probablemente, un material sobre el que basar exclusivamente tu entrenamiento durante mucho tiempo, pero sí es un complemento muy adecuado. El TRX permite entrenar cualquier parte de tu cuerpo, con el añadido de que el apoyo en suspensión es inestable, por lo que es un estímulo muy interesante para trabajar, además de la fuerza, el equilibrio, la propiocepción y la estabilidad. Además, por esta necesidad constante de estabilización, los ejercicios en TRX constituyen un estímulo intenso sobre la musculatura del Core.
3. PESO LIBRE
Este grupo lo constituyen aquellos materiales de entrenamiento que no son fijos, pero que tampoco son tan fáciles de transportar como los anteriores, bien por su peso, bien por su tamaño.
Es aconsejable comenzar a utilizar este tipo de equipamiento, después de haber pasado por un periodo inicial de acondicionamiento, que permita manejar sin problemas ciertos pesos e inercias.
Probablemente, el peso libre es el material más efectivo para entrenar la fuerza en individuos que ya llevan un tiempo entrenando, pues sus posibilidades y polivalencia son ilimitadas.
Componen este grupo las barras de halterofilia, los discos de peso y las mancuernas. Permiten entrenar todo el cuerpo, a muy diferentes intensidades de carga, y son una fuente inagotable de ejercicios.
Los materiales descritos hasta ahora, son muy eficaces para desarrollar los tipos de fuerza más alejados de tu fuerza máxima absoluta (el peso máximo que puedes levantar en un ejercicio). Sin embargo, este material permite entrenar la fuerza en todos sus rangos, incluyendo la Fuerza máxima, la Fuerza Explosiva, o la Potencia ante cargas elevadas…. En este sentido, es destacable que, a los ejercicios más tradicionales con un componente más estructural o culturista, se le añaden los ejercicios derivados de los movimientos olímpicos, como las cargadas, arrancadas o jerks, que tienen efectos muy diferentes y complementarios.
El entrenamiento con peso libre es, sin duda, el más polivalente y con el que más y mejores resultados podemos alcanzar. Pero para llegar a ser eficientes con la utilización de este material, se requiere tener cierto nivel de destreza, que sólo se adquiere con la práctica.
Es un tipo de peso libre con una peculiaridad: su estructura, en forma de campana con un asa, permite crear grandes inercias de movimiento, movimientos pendulares, balísticos… Esta es la mayor fortaleza de este material. Es un tipo de equipamiento que permite un entrenamiento con un marcado carácter inercial y balístico. Constituye un fantástico complemento funcional para tu entrenamiento, y también es un material muy interesante para tenerlo en cuenta.
Un material que no lleva muchos años entre nosotros. Constituido por un elástico anclado a una barra rígida por uno de sus extremos. Es idóneo para trabajar la fuerza rotacional y anti-rotacional. No puede ser tu material de referencia, pues su abanico de ejercicios es limitado, pero, al igual que las kettlebell, es un magnífico complemento para tu entrenamiento, que dará variedad a tus sesiones. El RIP es un material muy interesante para incluir en las rutinas de entrenamiento de los deportes con altas demandas de rotación sobre el eje longitudinal (golpeos, lanzamientos…).
Pueden comportarse como un peso libre de poca magnitud, pero además ofrecen una alternativa interesante: son materiales pensados para ser lanzados, y esto les otorga una característica única. El hecho de terminar los movimientos lanzándolos hace que la máxima velocidad de movimiento se dé justo al final del mismo. Esto es un hecho diferencial. Con cualquier otro material, aunque la velocidad intencional sea alta o máxima, al final del movimiento se produce una deceleración para frenar dicho movimiento. Con este material no ocurre esto. Por contra, al final del movimiento, este no se frena, sino que continúa acelerándose hasta alcanczar su máxima velocidad, justo antes de lanzar el material.
Por ello, este equipamiento es una excepcional herramienta para el desarrollo de la fuerza explosiva, la potencia y la velocidad de movimiento.
Estos sacos lastrados dan variedad a tu entrenamiento. Realmente sólo son un peso libre, pero que permite diversos agarres, y que hace particularmente divertidos los ejercicios de transporte de peso, o incluso los ejercicios olímpicos. Es un material polivalente que, no es el mejor en nada, pero se comporta bien en cualquier situación y permite casi cualquier tipo de movimiento. Es una buena opción para cuando quieras hacerte con un material que te permita entrenar de muchas formas diferentes.
4. EQUIPAMIENTO FIJO
Este es el material que normalmente sólo encontramos en gimnasios. Es un tipo de equipamiento fijo y pesado, no transportable.
Desarrolladas para movimientos muy específicos. Antiguamente no permitían un rango de movimiento muy natural, pero cada vez están mejor diseñadas por especialista en biomecánica. Son una opción excelente para empezar, pues minimizan el riesgo de lesión y no hace falta tener una buena técnica, ya que te obligan a realizar el movimiento de una determinada manera, aunque no sepas cómo hacerlo. También son muy útiles para trabajar músculos muy específicos de forma aislada.
Por contra, como es lógico, no constituyen la mejor opción para desarrollar la coordinación intermuscular, o capacidades más relacionadas con el control del movimiento.
Permiten cualquier tipo de movimiento, con una resistencia muy uniforme en cualquier ángulo. Requieren de cierta técnica, por lo que no son la mejor opción para no iniciados. Interesantes para mejorar la fuerza en diferentes planos, sobre todo en lo referente al tren superior. Son particularmente interesantes las “poleas funcionales”, pues, mediante una suma de poleas, desmultiplican el movimiento, permitiendo producir unas aceleraciones altísimas, pudiendo incluir acciones a máxima velocidad, sin perder tensión en el cable.
Devuelven de forma excéntrica la fuerza aplicada en la fase concéntrica. Interesantísimas para el entrenamiento de frenado o excéntrico. Siempre son un buen complemento para tu entrenamiento, y sobre todo, son particularmente indicadas para el entrenamiento preventivo y rehabilitador.
Estuvieron muy de moda, y ahora se utilizan muy poco. Tienen la gran ventaja de poder desarrollar la fuerza e incluso la resistencia, en situación de mínimo movimiento. Además, constituyen un estímulo muy interesante para la osteogénesis. Son una diferente forma de activación muscular, muy apropiadas para seguir entrenando cuando existen limitaciones de movimiento, por ejemplo, por lesión, o para conseguir un estímulo neuromuscular más elevado en situaciones muy específicas.
Incluso se suelen utilizar con cierto éxito para intentar inducir una termogenia y lipólisis localizada para una posterior oxidación. Bien utilizada, es un arma de entrenamiento interesante.
5. COMPLEMENTOS
Además de estos grandes grupos de materiales, existen complementos interesantes, como:
Colchonetas, para mejorar la comodidad en ejercicios de suelo.
Bandas de restricción de flujo, que, dificultan, por presión, la circulación sanguínea, y posibilitan un estímulo muy potente sobre la fuerza y el tamaño muscular utilizando muy poco peso externo.
Material inestable (Bosu, fitball…): Estuvieron muy de moda en su momento. Incluso había entrenadores que defendían que debían utilizarse siempre, en cualquier ejercicio y situación. Luego se ha sabido que realizar todo tu entrenamiento subido a una superficie inestable, no era una buena idea. Este tipo de materiales provocan una gran activación de la musculatura estabilizadora. Pero también, hacen que la producción de fuerza por unidad de tiempo sea menor en los ejercicios explosivos. Por lo tanto, hoy sabemos que no es un material adecuado para entrenar la fuerza máxima y la potencia, aunque sí sean un buen complemento para mejorar tu estabilidad, equilibrio y coordinación.
CONSEJOS PARA COMENZAR EN CASA
Tras lo expuesto anteriormente, para comenzar un proceso entrenamiento en casa, podemos decir que, probablemente, la mejor idea sea comenzar con un programa de entrenamiento con tu propio peso corporal, pero acompañado de algún complemento portátil, como, por ejemplo, las bandas elásticas. Esto te proveerá de un abanico de ejercicios suficiente, compensado y variado para comenzar tu programa.
En una segunda fase, puedes hacerte con materiales más avanzados. Probablemente, para esta fase, un TRX sea una buena idea, pues añadirá variedad e intensidad a tu entrenamiento, a la vez que constituirá un estímulo interesante sobre tu capacidad estabilizadora.
Después de esto, será un buen momento para añadir a tus entrenamientos el peso libre, que requerirá una mayor técnica y control del movimiento. Primero, el material más básico compuesto por barras, discos, y mancuernas. Para posteriormente añadir otros materiales que te den variedad de estímulos, tipos de movimiento y planos, con opciones como Kettlebell, Powerbag, RIP o Balones.
CONSEJOS PARA COMENZAR EN GIMNASIO
Si decides empezar a entrenar en un gimnasio, te aconsejamos comenzar por hacerlo utilizando máquinas selectorizadas, que te guiarán en tus movimientos y asegurarán que trabajas los grandes grupos musculares sin riesgo de lesión.
Puedes complementar el uso de esta maquinaria, con ejercicios con tu propio peso corporal y bandas elásticas, para añadir variedad, así como cierta necesidad de control de movimiento, de una forma segura.
En una segunda fase, será apropiado añadir a tu entrenamiento ejercicios más complejos, pero con cierto nivel de guiado, como el entrenamiento con poleas.
Tras esto, ya puedes acometer con seguridad el entrenamiento con cualquier material de peso libre, pues, tus niveles de fuerza y coordinativos, ya te permitirán hacerlo sin riesgo.
Hasta aquí, lo referente a los materiales más relacionados con el entrenamiento de fuerza. Pronto dedicaremos otro post al estudio y descripción de los diferentes tipos de equipamiento para el entrenamiento de la resistencia, o equipamiento cardiovascular.
Hasta entonces, te esperamos en Mootiv.
Durante mucho tiempo, el ejercicio físico ha sido denostado, por considerarse una actividad impropia de las personas cultivadas, pues distraía de las tareas intelectuales, y restaba energía para el desarrollo mental. Afortunadamente, hoy la ciencia nos dice que esto no sólo no es así, sino que ya los romanos estaban muy cerca de la verdad, cuando en las Sátiras de Juvenal proclamaban su “Mens sana in corpore sano”.
Y es que, el ejercicio no solamente provoca los efectos beneficiosos ya conocidos a nivel músculo – esquelético, cardiovascular, metabólico o inmunológico. También el ejercicio es capaz de producir mejoras en la función cerebral. La actividad física, y más concretamente, la actividad muscular, constituye un potente estímulo para la mejora estructural y funcional del sistema nervioso central, siendo particularmente eficiente a la hora de mejorar la memoria.
Los beneficios del ejercicio físico sobre la capacidad cognitiva están bien estudiados y obedecen a adaptaciones tan variadas como la angiogénesis en el hipocampo y cerebelo, el aumento del volumen del hipocampo (región cerebral relacionada con la memoria y el aprendizaje) el aumento de terminales axónicos, dendritas y astrocitos del neurópilo, (lo que repercute directamente en un aumento del volumen del cerebro) o, a través de la liberación de IGF-1, el aumento de BDNF en la médula espinal, cerebelo y córtex cerebral, lo cual produce una neurogénesis aumentada.
La mejora cognitiva a través del ejercicio se da tanto de forma inmediata como a largo plazo. Profundicemos un poco en esto.
ADAPTACIONES A CORTO PLAZO (AGUDAS)
Hay multitud de estudios que sugieren que el realizar ejercicio previo a una tarea mental mejora la eficiencia de esta última. Por ejemplo, el de Ferreyra y colaboradores (2011). Comprobaron que un ejercicio de resistencia de 30 minutos previo, mejoraba la atención selectiva en un grupo de 31 estudiantes universitarios. O el de F. Maureira (2015), que concluía que una sesión de ejercicio de 30 minutos en una bicicleta estática produce efectos positivos sobre la memoria visual posterior en estudiantes de Educación Física de la USEK. Incluso, hay un estudio del grupo de Michael Yassa, de la Universidad de California, que comprobó que solo 10 minutos de actividad física ligera eran suficientes para potenciar la conectividad cerebral y para ayudar a las personas a distinguir entre recuerdos muy similares. En este último estudio, cuando los expertos compararon las imágenes cerebrales de las personas que no habían hecho ejercicio con las de las personas que acababan de hacerlo, vieron que estos últimos mostraban una mayor comunicación en el hipocampo, una región importante en el almacenamiento de la memoria y los recuerdos.
Es interesante comprobar que el ejercicio no solamente mejora la memoria en las tareas que se realicen a posteriori, sino que también parece que, cuando es realizado después de una tarea mental, contribuye a que los recuerdos se fijen mejor en la memoria.
Así, Van Dongen y cols. (2016) evaluaron los efectos de una sola sesión de ejercicio físico en la consolidación de la memoria y la memoria a largo plazo, después de haber estudiado.
Un grupo de personas practicaron asociaciones entre imágenes y lugares durante 40 minutos. A continuación, eran asignados a tres grupos: uno hizo ejercicio de inmediato; el segundo, cuatro horas más tarde, y el tercero descansó. Los que hacían ejercicio cuatro horas después de su sesión de aprendizaje (30’ al 80% de la frecuencia cardiaca máxima) conservaban mejor la información dos días más tarde que aquellos que hacían ejercicio inmediatamente o que aquellos que permanecían sedentarios. El estudio por resonancia indicó que el ejercicio después de un período de tiempo de 4 horas, se asociaba con representaciones más precisas en el hipocampo, un área relevante para el aprendizaje y la memoria.
Particularmente prolífica es la literatura en la que se muestra un aumento del rendimiento académico en niños que realizan ejercicio con regularidad.
Estos efectos a corto plazo sobre la memoria parece que están mediados por un aumento de la irrigación, y por una mayor concentración plasmática de BDNF, de dopamina y de norepinefrina, todas ellas moléculas que mejoran la consolidación de la memoria en el hipocampo.
ADAPTACIONES A LARGO PLAZO (CRÓNICAS)
Probablemente, más interesante que el efecto a corto plazo, son las adaptaciones que el ejercicio provoca a largo plazo sobre la memoria y la plasticidad del sistema nervioso central.
Hasta hace poco, se daba por hecho que el desarrollo neuronal y del sistema nervioso central terminaba durante la primera quincena de vida. Sin embargo, en la actualidad sabemos que la neurogénesis también se produce en los períodos de la vida adulta y se observa en diversas regiones del cerebro.
La producción aumentada de BDNF de manera recurrente, es un mediador clave en la mejora de las conexiones sinápticas y en la capacidad del cerebro de cambiar y remodelar dichas conexiones (plasticidad). Estas investigaciones sugieren que el ejercicio puede mantener o mejorar la plasticidad cerebral a través del incremento de la expresión del gen del BDNF. Además, el ejercicio provoca también adaptaciones estructurales a largo plazo, como el aumento del tamaño del hipocampo (Chadock y cols, 2001), desarrollo de nuevos vasos sanguíneos en cerebelo e hipocampo (Black, y cols, 1990), generación de nuevas neuronas (Maureira, 2014) o el aumento del volumen de la sustancia gris (Nobrega, 2009) Estos cambios morfológicos explicarían las mejoras cognitivas que se producen con el ejercicio físico a largo plazo.
Todos estos fenómenos sugieren que el ejercicio, además de mejorar la memoria y estructura cerebral en personas sanas, puede contribuir a frenar el deterioro cognitivo propio de la edad y de algunas enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer. Esta es una prometedora línea de investigación en la que están trabajando muchos grupos de investigación actualmente.
Respecto al tipo de ejercicio que más provoca esta mejora a nivel cognitivo, casi todos los estudios se han hecho con ejercicio continuo de baja intensidad. No obstante, Maureira encontró resultados similares para el entrenamiento de fuerza al 80% de 1RM, y un estudio reciente de Cefis (2019), encuentra que la producción de BDNF es mayor cuanto más intenso es el ejercicio. Particularmente, parece ser que el entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) produce los mayores aumentos de BDNF, y por lo tanto, es probable que mayores efectos tenga sobre la función cognitiva (Murawska, 2015; Saucedo, 2015; Cabral – Santos, 2016, Slusher, 2018.
APLICACIONES PRÁCTICAS
A corto plazo, parece ser que una sesión de entrenamiento realizada entre 2 y 4 horas antes de una tarea mental o entre 2 y 4 horas, después, mejora el aprendizaje de dicha tarea, favoreciendo la adquisición de conocimiento y la fijación del mismo en la memoria.
De hecho, en Suecia, están testando en primaria, con niños de 11 años, dos veces por semana, la siguiente experiencia: realizan un HIIT (interválico de 7 min, con pulsómetro, objetivo 180 lpm), y las 2 horas tienen programada la asignatura más exigente, aprovechando el momento de máxima actividad cerebral. Esto nos debería hacer reflexionar, por ejemplo, sobre las ocasiones en las que no dejamos a nuestros hijos ir a entrenar cuando tienen que estudiar.
A largo plazo, la clave es realizar ejercicio de cualquier tipo, pero con regularidad. Siendo, probablemente más beneficioso el alternar el entrenamiento de resistencia continua, con sesiones HIIT y con entrenamiento de fuerza. La práctica de ejercicio físico parece una estrategia adecuada para mejora y/o mantener la función y plasticidad cerebral, para potenciar la memoria y para retrasar el deterioro mental propio de la edad.
Particularmente efectivo es compaginar el ejercicio con tareas propias de la vida diaria que supongan un estímulo sobre las estructuras cerebrales: utilizar la mano no dominante de vez en cuando, realizar tareas con los ojos cerrados, cambiar itinerarios habituales, modificar rutinas, aprender a tocar un instrumento, leer, aprender un nuevo idioma, identificar objetos con el tacto y ojos cerrados…. En definitiva, realizar tareas novedosas, que impliquen cierto estímulo cerebral, más allá de los automatismos cotidianos.
Como curiosidad final, un grupo de investigadores alemanes del Research Center for Regenerative Therapies, en Dresden, han descubierto que el silencio tiene un impacto positivo en el cerebro de los ratones: aquellos que eran aislados en silencio durante dos horas cada día, mostraron un crecimiento de nuevas neuronas en el hipocampo, la región del cerebro relacionada con la memoria, las emociones y el aprendizaje.
Además, constataron que esas nuevas células eran capaces de diferenciarse e integrarse en el sistema nervioso central para cumplir diferentes funciones.
Y es que quizás, al igual que pasa con el entrenamiento, nuestro cerebro también necesita momentos de absoluto reposo perceptivo, para potenciar su capacidad regenerativa y de adaptación. Fascinante, ¿verdad?
¡Entrena tu cerebro!