Nace un descubrimiento que salva vidas

por Sendo / enero 15, 2024

Teddy Ryder, un niño de cinco años, fue uno de los primeros pacientes en recibir el «extracto pancreático» descubierto por Frederick Banting y Charles Best en la Universidad de Toronto en el verano de 1921. Vivió 71 años más con diabetes, una de las millones de vidas que  mejoró y se salvó gracias a la insulina.

Cuando se conoció la noticia del descubrimiento de la insulina en la primavera de 1922, el peso de Teddy había alcanzado los 11 Kg. Teddy, había perdido el interés por jugar y era incapaz de dar más de unos pocos pasos por sí mismo. Su tío ,médico del Hospital Bellevue de Nueva York, escribió a Frederick Banting informándole sobre el peligroso estado de su sobrino y su deseo de encontrar la forma de curar a Teddy.

El pequeño  recibió su primera dosis de insulina el 10 de julio de 1922. Para ese mismo  otoño, Teddy estaba lo suficientemente fuerte como para volver a casa con su familia y comenzar una nueva vida en Nueva Jersey. «Me gustaría que pudieras venir a verme» escribió el niño de seis años a Banting al año siguiente. «Ahora soy un niño fuerte y me siento bien. ¡Puedo subir a un árbol!»

La Insulina pertenece al mundo

La idea de la insulina se le ocurrió a Frederick Banting en la madrugada del 31 de octubre de 1920. Al despertarse de un sueño agitado, Banting garabateó una hipótesis de 25 palabras que, en el plazo de un año, daría lugar a uno de los descubrimientos médicos más importantes del siglo XX.

Sin espacio en el laboratorio ni experiencia en investigación, Banting se puso en contacto con el profesor de fisiología de la Universidad de Toronto, J.J.R. Macleod -experto internacional en diabetes-, quien aceptó que la idea merecía ser probada, con la condición de que Banting dedicara todas sus energías al proyecto.

El 17 de mayo de 1921, Banting y el estudiante de fisiología y bioquímica Charles Best, que había ganado un sorteo para convertirse en asistente de Banting, comenzaron sus experimentos bajo la dirección de Macleod en la Universidad de Toronto.

La pareja pasó la primavera y el verano probando la teoría de Banting y, en agosto de 1921, sus apuntes registraban resultados prometedores: después de repetidos fracasos y perfeccionamientos, su extracto estaba, por fin, reduciendo los niveles de azúcar en sangre.

Los avances continuaron en el invierno de 1921, cuando el profesor de bioquímica James B. Collip se encargó de purificar el extracto pancreático, haciéndolo así seguro para los ensayos en humanos. El 23 de enero de 1922, Leonard Thompson, un niño de 14 años de Toronto que se encontraba incosciente en el Hospital General de Toronto, se convirtió en la primera persona en recibir el extracto purificado de lo que llegaría a llamarse «insulina».

El efecto de la insulina en los pacientes diabéticos era casi milagroso. Bill Bigelow, un joven cirujano de la Universidad de Toronto que fue testigo de los primeros ensayos con insulina, recordaba haber visto a pacientes comatosos mejorar de forma espectacular.

Había nacido un descubrimiento. Se crearon clínicas para diabéticos en el Hospital de Veteranos de Christie Street, el Hospital General de Toronto y el Hospital para Niños Enfermos. Los Connaught Antitoxin Laboratories de la Universidad de Toronto empezaron a aumentar la producción de insulina y la Universidad llegó a un acuerdo con Eli Lilly & Co. para empezar a producirla a gran escala,  haciendo la insulina accesible  con resultados revolucionarios.

En el siglo que ha transcurrido desde el avance de aquel histórico verano de 1921, la insulina ha salvado y mejorado la vida de millones de personas con diabetes,  en Canadá y en todo el mundo.

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